domingo, 26 de septiembre de 2010

dolor


Me levanto temprano, sabiendo que iba a ser un día de mierda. Por lo pronto trataba de hacer un trabajo grupal (mi parte) mientras el sol me daba de costado. Las horas pasaban y me estaba dando hambre. No podés comer! Tenes que hacer ayuno, dijo una voz malvada en mi cerebro.
Fuimos caminando hasta el sanatorio. Entré al sanatorio enojada y mala ondeada por el simple echo de saber que lo que me iban a hacer no era nada lindo. Sale una mujer vestida de verde, y dice: Marcela? Acá estoy. Soy yo. Veni pasá que voy a explicarte lo que te voy a hacer. Entré y la doctora explicaba con total naturaleza lo que hacía todos los días de su vida, pero ésta vez, me tocaba a mi, tenía ganas de llorar. Sali del consultorio, me senté a esperar. La panza me hacia ruido, tenía mucho hambre y unas señoras que estaban sentadas al lado mio me miraban. Mi cara de susto, mis brazos, mi panza. Marcela? se escuchó una voz de hombre que no se sabía bien de donde venía, hasta que vi al enfermero chiquitito de anteojos que me esperaba con una sonrisa. Ya no me sentía bicho raro ahí adentro, porque se le podía ver unas rayas en el pecho que no llegaban a ser cubridas por su ambo, era un tatuaje, definitivamente. Entra acá, sacáte toda la ropa y ponéte ésto. Me puedo dejar la bombacha?. No. Estoy indispuesta. Uy! dijo el chiquitito, y hombre, no sabía que decirme. Se escucha de más lejos la voz de una señora: No importa linda, yo te pongo gasas.
Ya estoy lista dije. Mentira, no lo estaba, pero no podía quedarme encerrada en ese cuartito de 2x2 llorando, asique tomé aire y salí. Bueno acostate acá. Me acuesté y empecé a llorar, nadie de las 5 personas que estaban ahi adentro entendían que me pasaba. Mira Marcela, esta aguja es chiquitita, tenes que tranquilizarte, no te podemos poner anestesia total, tenes que estar despierta. No me importó. Seguí llorando. La señora que me puso las gasas me acariciaba la mano, y me dio una pastillita redonda diminuta para que me la ponga abajo de la lengua. Supongo que era un calmante, bueno, no me calmó nada, yo seguí llorando el resto de los minutos que esuve ahi adentro. No me pinches todavía! Por favor! Se me caían los mocos. Mientras la doctora me buscaba la vena aorta en el cavado. Por favor no me hagas doler! Seguí llorando. Pasame la aguja más chiquitita, la mini, le dijo la doctora al enfermero tatuado. A ver que tenés ahi? Ayyy que lindos tus tatuajes, no llores, no tengas miedo, esto no es nada! mirá todos los tatuajes que tenés! y lo bien que te atendemos!. Me pinchó, no podía parar de llorar. Pasame el cateter, le dijo la doctora a la señora que me tenía la mano. De qué color querés el cateter Marcelita? Negro o Verde?. Negro dije llorisqueando y tosiendo, en ése momento era todo negro. Marcela vas a tener que dejar de toser porque sino no vamos a poder ver nada. De repenté empecé a sentir líquido caliente que se desparramaba por mis piernas, y me mojaba todo. Qué pasa? Me estoy mojando! Es sangre? Eso que parece una canilla es mi sangre?, pensé. No pasa nada dice la señora, son liquidos. Levanto levemente la cabeza llorando y veo a la doctora con muchas gasas rojas en su mano. Era sangre! Definitivamente era mi sangre. Había introducido el cateter en mi vena, y ahi comenzaría recién la angiografía renal. Seguí llorando, tenía un reloj blanco enfrente mio colgado en la pared, tres televisores donde veía mi vena, y a la doctora trabajando con el cateter y los monitores. En otro cuarto estaba el ayudante, que le daba indicaciones de donde llevar el cateter. Qué pasa? Me estoy mojando! No te estas mojando, son los rayos, no te preocupes Marcela, tranquilizate. Juro que sentía que me estaba mojando con liquido caliente de nuevo. No te muevas, no respires, no hables, no tosas, no trages, me decia ella cada vez que enviaban rayos a mi cuerpo, se apagaban las luces, las máquinas hacían un ruido raro y luego se prendían las luces y ahí otra vez la sensación extraña de nuevo. No me estaba mojando, eran los putos rayos. Me duele la espalda! Sos vos? Si Marcela no te preocupes, soy yo. Tranquilizate, dejá de llorar. Me duele el brazo, tambien sos vos? Si soy yo. Seguía llorando. Y asi, con el correr de los minutos, me dolían las piernas, los brazos, el cuello, la cabeza, la espalda, las manos, era el cateter y las manos de la doctora.
Bueno terminamos, 14.43hs. 43 minutos duró ésta agonía. Me vendaron. Y seguí llorando. Seguí llorando hasta que me quedé dormida con mamá acariciandome la cabeza. Después de dos horas en observación, reposo en casa, visitas de gente linda y a la noche la agonía del dolor.
Nota mental: No quiero volver a pasar por ésto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario