jueves, 7 de octubre de 2010

un amigo que me hice en el mar

Se escuchaba que alguien venía atrás mío, corriendo. Prestáme eso! dijo, se agachó y empezó a dibujar.
Dibujó dibujó, y hasta incluso "arregló" los de al lado.
No se dibujar, dijo. Y me devolvió el marcador, que de echo no era mío, un chico alto rubio y medio torpe me lo había prestado. No dejá, usalo tranqui.
No podía pedirle el marcador, estaba siendo feliz, le estaba regalando unos minutos de felicidad a un extraño y además, su cara estaba triste. Asique me senté al lado y lo miré dibujar.
El calambre, el calambre, ayudame!. Le dijo a mi a amiga de pelo raro de color fuccia fluor o anaranjado, no se sabe bien, pero fue producto de un accidente. No, quedáte sentado. Le dijo ella. No no ayudame, Ayudame Ayudame la pata! Lo ayudé a levantarse, se tomó de mis hombros, me abrazó y miro orgulloso sus dibujos. Te lo regalo, le dije. Seguí dibujando cuando estés aburrido. Me miró, se me acercó y muy canchero y poeta dijo: Yo creí que ya no quedaban ángeles en la tierra, pero tengo uno frente a mis ojos. No le dije nada, me reí, nos despedimos, y acá está, se los presento con ese retrato, mi amigo de unos minutos en el mar.

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